Desde el domingo, desde el recuento del
voto de las europeas todo ha cambiado. Me piden hacer un balance
sobre los resultados, sobre las elecciones, sobre Izquierda Unida.
Esto me gusta hacerlo desde la racionalidad, ya se sabe que soy
emocionalmente plano para todo, excepto para el sexo y el fútbol (y
no tengo muy claro lo primero).
Así que trataré de hacerlo lo mejor
que pueda sin dejarme llevar; aunque no prometo nada.
Para Izquierda Unida en particular la
cosa ha ido muy bien, espectacular si me apuran. Hemos pasado de poco
más de 500 mil votos a nivel nacional a más de un millón y medio:
el triple. Además, en cada pueblo, en cada comunidad, hemos
duplicado, triplicado nuestros resultados. Nuestro mensaje ha calado,
ha llegado y la gente lo ha hecho suyo.
La gente, la gente son quienes mandan,
quienes deciden en cada momento lo que los políticos y los partidos
son. Se han empoderado y eso es lo que nos tiene que valer para
cualquier análisis.
Mientras en Izquierda Unida sonreímos
y nos alegramos por los resultados, por el trabajo realizado por
nuestra militancia, por nuestra gente, a nuestro lado surgió como de
la nada un partido político que nos hace vernos más pequeños. Es
lo que tenemos en IU, nunca vemos lo que hacemos bien sino lo que no
hacemos, el complejo permanente, mucho tiempo creyéndonos perdedores.
Yo debo de ser el raro
de esta historia, a mí me gusta que la izquierda gane, que la
izquierda pueda gobernar, que la izquierda sea el motor del cambio.
Me importa poco quién sea la cabeza, lo que me importan son las
ideas, los programas, los proyectos y que sea la gente quien tome esa
decisión.
Izquierda Unida crece, triplica votos;
Podemos, la nueva formación se coloca en el panorama político de
igual a igual. Es una buena, magnífica, noticia, por primera vez en
España la política no habla austericidio, de mandatos de la Troika,
de Merkel; por primera vez hablamos de la gente, de lo que le pasa a
la gente, de lo que quiere la gente, de lo que siente la gente; por
primera vez hablamos de Izquierda.
El bipartidismo, las derechas, deberían
empezar a poner sus barbas a remojar. Es curioso oírlos estos días
hablando de que se debe prohibir que Izquierda Unida y que Podemos vayan a las tertulias. Todo pá ellos, no lo pueden evitar, son muchos años teniéndolo todo; aún lo tienen pero les va quedando menos.
Lo imparable lo es por eso
mismo, porque es imparable.
Es el miedo a la democracia, es el
miedo a sus propias sombras; empiezan a hacer las cuentas (económicas
y solo personales) y algunos ven que se agota su futuro en las
instituciones, todo el clientelismo y el entramado de puertas
giratorias (si gobierna la izquierda nadie va girar, nada más que
para su casa) desaparecerán.
Lo público será publico, lo privado
que es recurso natural, también será público.
No habrá nunca más negocio con el
sufrimiento de las personas.
Es muy pronto para saber que es lo que
va a pasar, lo que tengo claro, es que pase lo que pase, pasará
desde la izquierda.
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