Estos
últimos días se viene hablando de transparencia como si todos los
políticos estuvieran estigmatizados por la corrupción, por el mero
hecho de serlo. Unos abogan por enseñar su nómina, otros su
declaración de bienes, otros su declaración de la renta y los que
menos sus vergüenzas.
En
España hay 73.515 cargos públicos (350
diputados del Congreso, 266 senadores, 1.218 diputados autonómicos,
68.462 alcaldes y concejales, 1.810 consejeros comarcales (en Aragón
y Cataluña) y 1.409 diputados provinciales y consejeros insulares).
Se
puede considerar que son muchos o que son pocos, lo cierto es, y la
realidad así lo dice, que en casos de corrupción solo hay metidos
unos 400 cargos públicos. Parece, entonces cuanto menos, una afrenta
el decir que todos los políticos son corruptos y que todos los
políticos son iguales. Pero si es cierto que ese desapego de la
ciudadanía viene por la lasa respuesta judicial y, sobre todo, por
la nula respuestas de los propios partidos políticos, quienes se
afanan una y otra vez en proteger a un culpable (porque es de los
nuestros) antes que exponerlo públicamente para su escarnio. Algunos
partidos, no todos, se han convertido por naturaleza en una especie
de mafia, donde se protegen los unos a los otros como el chiste del
tío que está en el dentista y le coge de los huevos a este y le
dice: no nos haremos daño, ¿verdad?
Quienes
creemos en la democracia representativa tenemos la obligación de
someternos a la voluntad de los ciudadanos. Son ellos quienes te
eligen y son ellos quienes dictan las normas. Muchos, esto, no lo
entienden o no lo quieren entender, con tal de seguir manteniendo su
estatus.
Cuando
los ciudadanos salen a la calle y gritan eso de “nos nos
representan” hay algunos representantes político o sindicales que
se ofenden, pero ¿por qué? ¿de qué?
Tal
vez muchos crean que se les deba rendir pleitesía: “nosotros hemos
trabajado mucho por este país y por su bienestar; hemos renunciado a
muchas cosas...”. No lo dudo, es más estoy convencido de ello.
¿Pero es suficiente? La ciudadanía actual, su espectro social, está
formada por las mismas personas que lucharon es su momento para tener
una educación y una sanidad pública de calidad, son los mismos que
defendían la igualdad, que se enfrentaron al poder establecido, en
definitiva quienes con su esfuerzo contribuyeron a traer la
democracia a este país. A ese espectro social hay que sumarles a
aquellos que siempre han vivido en democracia.
A
mi como representante de Izquierda Unida y de los ciudadanos y
ciudadanas de Tres Cantos no me molesta ni me ofenden lo que digan,
es más, creo que es fundamental escucharles y llevar sus propuestas
más allá de lo que opinemos sobre ellas, porque con la
participación se hace democracia.
Además
hemos podido constatar que lo que reclaman está en nuestro ideario.
“Dación en pago”; “cambio de la ley electoral”; “sanidad
pública y universal”; “educación pública y gratuita”, son
viejas reivindicaciones de la izquierda y bienvenido sean todos los
que se sumen pidiendo estos cambios. Porque lo que importa, en
definitiva, es que entre todos construyamos un mejor país, en
justicia y en igualdad de oportunidades.
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